Monólogo de la impotencia


(Espacio, vacío, oscuro. Una pared de fondo, cemento. Puede ser un pequeño escenario, real o mental, queda en la imaginación de quién lo lea. Puede que haya alguien sentado atrás, contra la pared. Apenas se distingue. No es importante, aún. Ingresa Personaje, desde una esquina, la que más le plazca. Acción.)

Personaje busca, extendiendo los brazos hacia adelante. Sale caminando apresurada en línea recta desde un extremo hacia el otro, pero antes de llegar cae. Tiene los ojos cerrados. Siente. Ha caído de rodillas y con los brazos aún extendidos. Sus muñecas también han frenado su bruto descenso.
La pausa dura poco más de cinco segundos, siguen sus manos desde el suelo buscando. Se arrastra de rodillas, llora, pero sigue.
Personaje piensa "¿Dónde está?", pero sabe que quizás nunca lo encuentre. Tal vez ni siquiera existe .
El movimiento se mecaniza y se violenta. Comienza a mutar, lo que anteriormente era una búsqueda es ahora un pataleta, Personaje se revuelca, se destruye sobre el espacio, busca otra manera de ser y no puede salir. No puede salir del Personaje.
Se rinde involuntariamente. Está cansada. Se incorpora con desgano. Pareciera que el cuerpo le pesara, como si le resultase ajeno. "Debe ser  el rechazo que le produce ser él mismo" - piensa Otro.
Otro queda estupecfacto. Apareció. Ya es parte de la escena, quizás siempre estuvo allí, entre las sombras de los rincones. Agazapado como está, Otro pensó y ahora existe.
Personaje lo siente, lo busca con una mirada que no tiene (sus ojos han permanecido cerrados). Su nariz dirige su cabeza y con ella se extiende el cuerpo a la dirección deseada.
Otro lo mira. Permanece inmóvil. Espera lo inesperado.
"No, pero... yo no..."- balbucea Otro. Personaje escucha. dirige su atención a donde cree que salió aquella voz. Mientras Otro sigue negando, con temor. Otro mira al Personaje quién a su vez lo "mira".
Personaje no se siente solo. Hay Otro. El extenso silencio lo hace dudar. "¿Hay otro?" - se pregunta meneando la cabeza como quien intenta encontrar un rastro olfativo de la existencia de aquel..
Otro sólo observa. Quiere ser únicamente espectador. ¿Por qué habría de ser más?
Personaje, en su duda, deja desplomar su energía. Agacha su cabeza. Sabe que no se ha confundido. Allí habita Otro. Y éste lo rechaza. Personaje ahora está más solo que antes. Ahora existe un Otro que no desea estar con él. Personaje se deja llevar por su tristeza; una danza desabrida como un vaivén de algas marinas en un solitario fondo marino.
Siente lástima por ella misma y en seguida aparece la sensación de patetismo de haber sentido pena por ella misma. Se acuerda. Busca los ojos de Otro. ¿La seguirá mirando?

Nordian y la muchacha



 Yo sólo soy un mensajero, pero ella me admira tanto que a veces quisiera ser tan valiente y sabio como me describe. Sus ojos brillan fascinados cuando le cuento de mis viajes. Tiene algo que me recuerda a otros seres. Incluso habla como ajena a la realidad que la rodea. Quizás por eso es que me agrada su compañía.

Recuerdo el vestido azul que usaba la última vez. Tenía esa sonrisa radiante que es como un hogar para mí, tan cálida, tan mía... Nada me complace tanto como su bienvenida. Sabe dar abrazos tan profundos...Me siento en paz cuando la vuelvo a ver.
Pensé esencias de mi tierra para ella. La quiero perfumar de atmósfera lunar.
Su belleza reside en los sentimientos que acoge en su interior. Me duele tanto cuando se lastima. Ella da a veces sin recibir, pero aún no es tan fuerte como para entender que quién pierde no es ella, sino aquel que no puede valorar sus gestos.
Por momentos suelo encolerizarme, ¿Cómo pueden ser tan indiferentes los seres humanos? pero prefiero que ella no vea en mis ojos la bronca que me da al verla tan frágil en un mundo que amenaza con apagarse.
La cuido como a una flor. Una pequeña esperanza entre tanta desilusión.
De todos los planetas que conocí no he encontrado ser más distante de su propio mundo.¿Será que pertenece a otra galaxia?
 Es todo un misterio encantador.
Pienso en tantos lugares, tantos conflictos, tantas luchas largas y penosas y de repente; ella.
Tanto caos... ella es la paz que necesito.Me da tanta fuerza pensar en ella... Vuelvo a ser pequeño y grande a la vez. A veces tiene las ideas más claras que yo. Y es muy curiosa. Es una niña tan entusiasta y alegre.
Me hace reír tanto como lo hacía de niño. Sabe disfrutar de la naturaleza que la rodea, su conexión con la tierra es preciosa.
Escaso es el tiempo que me puedo permitir verla. En los amaneceres, salgo persiguiendo al Sol que despertará otras ciudades, otros cosmos, otras vidas. Cargado de buenas energías y con su sonrisa como bandera salgo a dar mi mensaje al universo.
Sólo soy un mensajero, pienso.

Y me enamoré de una flor.

Pura realidad

Quizás escriba un cuento otra vez, pero ya he perdido las ganas.
Verás, un día abrí la puerta y salí. Pero esta vez no tuve miedo.
Todo era tan maravilloso como lo que yo podía imaginar.
Mi mundo se enfrentó al otro mundo.
Y son bien parecidos.

Si escribo es porque no tengo a quien decírselo.
Porque ya todos lo saben aquí.
Los eternos caminantes me contaron muchas otras cosas
y muchos otros mundos.

Querido lector, tú también deberías buscar tu mundo en el mundo.
Verás lo impresionante que es compararlos y encontrar similitudes que no podrías haber pensado.
Le pertenecemos a la tierra y aún nuestra naturaleza late.

El mundo moderno es muchas veces un juego aburrido.
(Sobretodo porque muchos se lo toman en serio).
Y mucha gente ha dejado de reír.

Pero los eternos caminantes ríen siempre.
Pocas veces los he visto enfadarse.
Tienen las sonrisas más contagiosas que te puedas imaginar
Ellos buscan día a día las sonrisas perdidas del mundo.
Entrenan para llegar a Marte
a carcajadas.
No quieren caer en las fosas del olvido
ni perder su magia de circo.

Cuando sea grande quiero ser como ellos, dije
Pero Los eternos caminantes no tienen edad
Ni principio ni final.
Simplemente son.

Quizás vuelva a escribir cuentos, pero un día comencé a ser parte de ellos.
Quizás vuelva a escribir cuentos cuando crea que ya no existen
Lo maravilloso se me ha hecho costumbre.
Las fantasías ya son parte de mis días.

Mi mejor cuento es mi propia vida


Sophie

Mi primer recuerdo es su sonrisa y el mundo girando; las luces, la gente, la noche... todo era un cuadro impresionista tras ella. Su sonrisa y esos ojos brillantes... Me hablaba de los proyectos a futuro y se reía emocionada. Yo también estaba feliz, todavía puedo revivir esa placentera sensación que nos invadió aquel día.

Éramos tan felices... Sophie, ¿Dónde estarás ahora? ¿quiénes reciben tu sonrisa por la mañana?
Los planes se volvieron acciones y a pesar de las adversidades, tú seguiste, Sophie.
Tú tenías razón, en el fondo sabía que tenías razón.
Me he traicionado a mi mismo. He pisoteado mis ideas, las abandoné y me convertí en lo que más repudiaba. Soy un hipócrita con corbata. Yo sigo el protocolo y el horario, vivo entre las luces eléctricas y el gris cemento. Soy un alienado más.
Pero tú...Tú lo has logrado. Y por las noches, cuando salgo del trabajo y me topo con las estrellas, puedo sentirte cerca, puedo pensar que tú las ves allí, donde sea que estés, incluso mejor que yo. Y vuelvo a recordar tu sonrisa.
Eres un sueño hecho realidad, querida flor. Ya mi vida está encadenada entre engranajes y relojes, pero tú Sophie, eres la ilusión por la que vivo. Imagino tus días en una carpa, entre frascos y plantas, entre niños y  colegas, entre la pobreza y la solidaridad, entre la esperanza y la frustración.  Tú haces la diferencia.

He leído tu entrevista, mientras me tomaba un café cerca de la oficina. Y me sentí un ser inmundo. Todo se me vino a la mente... Había dejado tanto atrás... Te dejé tan allá... Sé que esa vez no llorabas por ti sino más bien por mí, porque sabías que esto pasaría, ¡Oh, Sophie! Tenías tanta razón...

Lamentaré siempre haberte decepcionado, pero siempre serás mi estrella. Quizás vuelva escribir, Sophie, quizás por tí, comience a vivir otra vez.


Untitled



Estaba consciente de que yacía en la cama, porque recuerdo mirar siempre hacia arriba. Ahora que lo pienso, el cielo de aquel sueño se parecía al techo que miré antes de dormirme. O quizás nunca me dormí.
Lo importante del sueño es que tú estabas allí. Y en ese abrazo eterno hubo miles de palabras y explicaciones... el reencuentro estaba sucediendo. ¿Qué nos había separado?
¿Por qué te volví a soñar después de tanto tiempo?

Cuando me desperté estabas allí, como siempre, encerrado en esa foto, en ese tiempo que no volverá...






Este texto es del 3 de Julio del 2011. Lo encontré así y no se me ocurrió la manera de seguirlo. Me parece que así, está perfecto. No recuerdo cómo ni por qué lo escribí. Yo también tengo esa intriga.

Marlene y el extraño


Sueño con abrazarte. Con tu pecho desnudo y cálido. Con tus dedos peinándome despacio, haciéndome dormir, olvidar, descansar… Me gusta cerrar los ojos y sentirte conmigo. La respiración acompasada, el silencio de la noche, las guerras tan lejos…
No sé cuando te volveré a ver. Todos los días espero que vuelvas, tu sonrisa en la puerta… adivinando que dibujarás una igual en mi rostro. Extenderé los brazos y te dejarás embestir por mis ganas de abrazarte. Me retendrás en tus brazos, porque sé que te alivia el alma volverme a ver. Volver a ver a tu rosa tan frágil, tenerla entre tus brazos y sentir que nadie nos ha separado.

Es una aventura también para mí. Me subo al tren y  mientras miro como corren las imágenes por la ventana, te 
imagino corriendo empapado, embarrado, desesperado y hambriento… Defendiendo tus ideas, preguntándote si vale la pena.
Y luego vuelves.


A veces tienes que lamer mis heridas, porque sin ti no puedo, soy tan débil por momentos…
La gente es cruel,  a veces quiero no creerlo y siempre salgo así, atropellada. Quizás soy demasiado intensa, abstracta… Pero sin embargo tú me entiendes. ¿Y por qué sólo tú?

No me respondes. Miras con amargura mis heridas, y me abrazas. “En qué pensarás”, pienso, aunque me es fácil adivinar. Pero sé que pronto lo olvidas. Sabes que soy pequeña y que no debes interrumpir mi experiencia. Sé que te duele por momentos, pero depende sólo de mí. 

Por las mañanas adoro ver cómo los rayos del sol recaen suavemente sobre tu armónico rostro. Abres tus brillantes ojos y sonríes ante la vida. Sonríes porque has despertado y ambos estamos allí. Yo sonrío también. Sonrío porque estás conmigo, y me siento más protegida cuando puedo escuchar tu respiración.

Por eso quiero que vuelvas. Porque a veces tengo miedo… Temo oscurecer mi alma y volverme vulgar. Necesito tu paz, tu presencia intergaláctica, tus ojos que nunca dejan de brillar.

Trato de llevar una vida normal, y de cuidarme, sólo para que no sufras. Me pesa mi humanidad… Algún día espero ser tan libre como tú. Y surcar el cielo con alas como las tuyas. Tener esa paz tan deliciosa que repartes por el universo…

Aunque me lo niegues, para mí eres lo más parecido a lo que los humanos llaman ángel. Yo diría que eres como un niño viajero, un niño de las estrellas.  Te gustan las galletitas de canela y te ríes como los recién nacidos, los cachorros humanos…
Me gusta que me hagas reír y que me hagas cosquillas. Que me cuentes cuentos de otros planetas, o me confíes secretos del universo. O simplemente que me mires con esos ojos tan pacíficos… Y también cuando cantas canciones que adoras, con los ojos cerrados, tamborileando al ritmo con tus dedos sobre tu rodilla.
Y cuando se acerca la noche, salir a atrapar luciérnagas, bailar en la oscuridad y recitarle versos a la luna. Dormirme mirando tus ojos que me cuidan y sentir tu mano acariciando mi cabeza.

Trato de no notar el momento en que te vas. Trato de no pensar en que te irás y despertaré sin tus ojos brillantes que miran, profundos, dentro de los míos.
Trato de creer que es un sueño.

Viaje al origen IV

  Todo hablaba de algo. La naturaleza, o más bien el universo entero me susurraban consejos y alientos, cada cosa en su idioma, cada uno como podía, intentaba decirme algo que no significaba nada en palabras. Transmitían un mensaje en común; era la sensación de bienvenida.

 Todo parecía alabarse a mi costado cuando pasaba. Era yo, como parte de un legado real secreto. Yo, protegida por millones de espíritus animales, vegetales, incluso por los objetos inanimados, todos participaban de aquel traslado confidencial de la niña perdida de vuelta a su hogar.

“Confía, tú también eres parte de nosotros”, escuchaba que hablaban en mi corazón. Estaba ansiosa por llegar, a pesar de que lo estaba haciendo. No supe nada de nadie en esos días. Estaba a solas con la Naturaleza, con aquel mundo exterior que muy poco apreciaba. Y a pesar de eso, me trataba igual de bien.
Todo tenía un encanto especial. Veía poesía en todos lados; en los montes, en los valles, en los ríos, en los cactus, en los pinos, en las rocas, en el cielo, en las nubes, en la ruta, en el pasto, en los grillos, en las personas…
El suave ruido de las llantas contra el asfalto me arrullaba y sentía realmente que estaba volviendo. Estaba por descubrir un secreto. Quizás estaba por descubrirme.

¿Por qué me sentía tan bien en aquel lugar? No necesitaba nada más. Yo, mi música y aquel lugar. Todo lo demás no me era imprescindible. Todo lo demás ya no importaba. La mochila se hacía más liviana, o yo me había hecho más fuerte. Aquel dolor que sufrí alguna vez era una simple imagen en mi memoria, ya no dolía. No había rencor. Pero no era felicidad lo que embargaba mi alma. Era orgullo. Sentía que estaba logrando avanzar. Estaba orgullosa y sonreía porque en mi cabeza la imagen de aquel muchacho  también sonreía. Aquellos ojos verdes me emocionaban. Habían hecho tanto por mí…

Líber me tomó la mano. Me miró feliz, y creo que también estaba emocionada. Luego miró al cielo. Allí también había alguien que sonreía.


El viaje era lento, pero necesario. Se debía utilizar  bastante tiempo para observar con detenimiento aquella belleza singular. Aquella perfección. Perfecta y natural. La mano del hombre no podría igualar tal maravilla. A pesar de que muchos lo han intentado, a pesar de los grandes artistas que han danzado por este planeta, a pesar de los grandes filósofos que han revolucionado al mundo, todos han observado al cielo descubriendo aquella maravilla sobrehumana, sabiendo que no sirve competir con aquella divinidad eterna. No produce envidia, sino admiración.

Y yo iba admirando todo a mi alrededor. La cordillera, la ruta más extensa, a cada vuelta otra imagen para pegar en un muro imaginario de mi cabeza. Quería compartirlo con aquel niño que ama las estrellas; estaba segura que le hubiera gustado mucho.

 Había muchas poesías y pensamientos en mi cabeza. Había descubierto nuevas cosas, pero aquello no era tan fácil de describir; se sentía adentro, como si una flor se abriera dentro del pecho y el aroma perfumara mi interior. Y mi cuerpo ya no me quedaba tan grande. Aquel perfume flotaba en mi vientre, cálido, y me había hecho más perceptible a aquellos mensajes que antes no lograba ver.


Faltaba poco para llegar. Mi orgullo, como un águila, abría las alas sobre mi pecho. Sentía que me hacía más grande. Estaba en territorio de la gran civilización antigua. Mucho tiempo antes, habían caminado por aquí personas importantes, mensajeros de los emperadores, campesinos, algún miembro de la nobleza. En realidad no notaba mucho la diferencia; para mí todos ellos habían sido nobles e importantes.

Y a la noche las estrellas eran más brillantes. El cielo tan negro como el cabello que muchos teníamos allí. La oscuridad como un manto sobre las montañas. A pesar de no verlas claramente, podía sentir la imponencia de aquellas esculturas naturales que rozaban las nubes.

Era de noche y ya estábamos allí. Sentía aquel lugar como un nido. Todos dormían, pero poco a poco se fueron enterando. No, no lo sabía, simplemente lo presentía.
Ha vuelto” soñé. ‹‹El palacio está preparado para recibir su llegada››. Dormía, sintiendo las miradas sobre mí. Dormía, y no eran miradas, porque no había nadie.

Dormía, y varias personas pensaban en mí.